Lugar: San Quintín, Baja, MX
Saidel Hernandez vive en Baja California desde que nació, y ha dedicado toda su carrera profesional a trabajar para la industria agrícola del estado. Cuando era más joven, trabajó recolectando tomates y pimientos verdes, y recuerda pasar sus vacaciones de la escuela y los fines de semana cosechando verduras cerca de su hogar. Muchos años después, Saidel empezó a trabajar como cosechadora de berries, podando las plantas, recolectando fresas y cubriendo las necesidades que surgían en el rancho. Sus ganas de aprender nuevas habilidades no pasaron desapercibidas. Hoy, Saidel trabaja para BerryMex, uno de los productores independientes de Driscoll’s, y lidera un grupo de más de 20 mujeres todos los días, que aprenden a cosechar y podar las delicadas plantas de frambuesas orgánicas.
“Nunca podría haberme imaginado parte del trabajo que hago, como manejar un tractor o liderar un grupo grande de personas. Me gusta la libertad que tengo para aprender aquí”, dice.
En 2016, Driscoll’s empezó a vender las primeras berries con el Certificado Comercio Justo de toda su historia, producidas por productores de la península de Baja, en México. La certificación Comercio Justo es una premisa simple: al comprar, las personas pagan una pequeña prima por las berries certificadas y ese dinero se les devuelve directamente a los trabajadores agrícolas que las recolectaron. Con el tiempo, el dinero se acumula, y los trabajadores forman un grupo de representantes, llamado Comité de Comercio Justo, que son elegidos para votar cómo se usarán los fondos en beneficio de todo el grupo.
Saidel estaba trabajando en el campo con su grupo el día que se enteró del programa Comercio Justo. “Vinieron al campo y nos contaron acerca del programa, y yo me quedé pensando... ¿Qué es esto? ¿De qué se trata? Ese día me fui intrigada”.
Se alentó a los trabajadores agrícolas del rancho a nominar a sus pares para que formen parte de este nuevo Comité de Comercio Justo. Cuando las mujeres del grupo de Saidel le dijeron que ella debía postularse para ser miembro del Comité, dudó. “Algunos de mis compañeros de trabajo dijeron que yo tenía que participar en el Comité. Yo dije ‘No puedo, ¡no voy a poder!’, pero me insistieron mucho. Cuando me dijeron ‘Confiamos en vos porque nos escuchas’, me convencieron”.
Casi mil trabajadores agrícolas de ranchos de berries cercanos a San Quintín se reunieron para asistir a un taller sobre Comercio Justo que duró todo el día, y en el que aprendieron acerca del nuevo fondo y decidieron quiénes serían elegidos representantes. Cuando fue el turno de Saidel de hablarle al grupo, estaba nerviosa. “No es nada fácil tener que hablar frente a 700 personas cuando nunca lo has hecho”. Pero cuando llegó el momento de votar, el mensaje de sus pares fue claro.
“Realmente me sorprendió la cantidad de personas que creyeron en mí. Nunca me habría esperado algo semejante. Pero cuando se hizo la votación, vi que todos me apoyaron. Fue hermoso, y me motivó a hacer todo lo que estuviera en mi poder para retribuirles con mi apoyo”.
Saidel y el resto de los miembros del Comité empezaron a ejercer su nueva función. El primer paso fue averiguar qué necesitaban sus colaboradores y cómo podían usar los fondos del programa Comercio Justo para ayudarlos. Llevaron a cabo una importante encuesta de necesidades con la colaboración de Fair Trade, Driscoll’s y BerryMex. Para Saidel, la encuesta fue reveladora. “Antes, no tenía idea de todos los desafíos que enfrentaba la comunidad. Sabía lo que sucedía en mi propio vecindario, pero después de la encuesta, me di cuenta de que mis colaboradores tenían los mismos problemas que yo”.
En muchas partes de Baja, es difícil acceder a servicios de cuidado de la salud. Hay pocos hospitales y quedan lejos, entonces llegar es muy difícil. Las clínicas a menudo se quedan sin medicamentos e insumos necesarios. Cuando revisamos los resultados de la encuesta, el consenso fue evidente: los trabajadores agrícolas y sus familias necesitaban poder acceder a servicios de cuidado de la salud.
Desde 2017, las primas del programa Comercio Justo han financiado tres ferias de salud, las primeras ferias de salud en toda la historia de Baja. Las ferias fueron abiertas para todos y completamente gratis para todos los trabajadores agrícolas y sus familias, y se llevaron a cabo durante tres fines de semana en el corazón de San Quintín. En las ferias trabajaron voluntariamente médicos, dentistas y optometristas de todo México, para brindar desde tratamientos dentales y medicamentos hasta ecografías y cortes de cabello a casi 3,000 personas. Muchos de los miembros del Comité de Comercio Justo elegidos trabajaron voluntariamente durante las ferias, respondiendo preguntas y saludando a los asistentes, incluso Saidel: “Para mí, esto es todo. Por ejemplo, anteojos. ¿Cómo podría pagarse unos anteojos una persona que está trabajando en los campos? El apoyo es inmenso”.
Hasta el día de hoy, hay más de 6,500 trabajadores empleados en ranchos con el Certificado Comercio Justo en San Quintín. Mientras se siguen enviando berries de Driscoll’s con el Certificado Comercio Justo a tiendas de todas partes del mundo, el fondo de los trabajadores sigue creciendo. Cuando Saidel piensa en el futuro, es optimista. “Me imagino un proyecto muy grande, no solo uno que impacte a todos los trabajadores de aquí, sino uno que ayude a todas las demás compañías a ver lo que hace realmente el Comercio Justo. Algo que deje una marca, que quede plasmado. Eso es lo que espero para el futuro”.
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